Bienvenido y gracias por pasar!
Nunca imaginé que la sensibilidad de aquel niño de lágrima fácil, que siempre buscaba escapar de la realidad, terminaría siendo mi mayor fortaleza. Hoy sigo escondiéndome un poco, pero en el anonimato del que tiene una cámara, para ver como la parte iluminada de la vida hace sus cosas.
Mi filosofía es simple: no hay poses perfectas ni un manual de cómo debe ser una boda. Lo importante es confiar, soltarse y disfrutar plenamente rodeados de quienes más quieren. Los detalles perfectos no son lo único que queda, sino los abrazos sinceros, las risas con los tuyos y cada gesto que cuenta quiénes son.
Empecé como fotógrafo callejero en 2014, guardando la vida que encontraba en las pequeñas rutinas del día a día.
Hoy años después, hago lo mismo en bodas: observar, esperar y mañana mostrarte lo que yo ví, de lo que ustedes son.
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